El temor es algo natural en el ser humano, y gracias a él hemos podido sobrevivir. No obstante, en muchas mujeres es un mal consejero que impide su superación, sobre todo cuando adquiere tintes patológicos; ¿qué puede hacerse para que no sea mayor a nuestra voluntad
De manera natural tenemos miedos que nos hacen semejantes a los animales, por ejemplo, a perder la vida, a la agresión física, a la inferioridad ante adversarios o a que nos lastimen, los cuales son temores naturales que nos protegen, pues cuando los sufrimos el cuerpo se prepara para superar momentos difíciles.
Ante una circunstancia de riesgo inminente, instintivamente los sentidos se percatan del mismo y el sistema de alerta nos advierte del peligro. Entonces, el miedo actúa en el cuerpo como alarma que eleva al máximo los niveles de vigilancia y de precaución, de manera que nos permite superar las contingencias que lo provocan.
Igualmente, los seres humanos hemos desarrollado temores que no poseen los animales, los llamados miedos sociales, al fracaso, a la crítica y al "si digo esto cómo lo tomarán los demás", por citar algunos, por lo que afrontarlos y superarlos dependerá de nuestra autoconfianza.
¿Dónde inicia?
Desde pequeños nos enfrentamos día a día a nuevos retos que nos significan también temores. Al irlos superando crecemos en capacidades y madurez, sin embargo, igualmente habrá miedos que detengan esa superación y obstaculicen el camino al éxito.
En muchas ocasiones estos miedos están basados en ideas irracionales o fundamentados en la preocupación de opiniones externas, lo cual adquiere valor si ello nos impulsa a ser mejores y a corregir errores con el afán de no ser uno más en cualquier actividad que desempeñemos. Pero, si el temor se convierte en inseparable acompañante, estaremos hablando de una actitud que estanca, limita y deteriora la capacidad de decidir en un momento crucial.
Lo que es un hecho es que temor e inseguridad van de la mano, siendo que ambos inciden directamente en baja autoestima y viceversa, creando un círculo vicioso que impide el crecimiento.
Ahora bien, vale la pena hacer la distinción de conceptos muy relacionados pero que aducen a situaciones distintas:
Miedo. Estado de ánimo caracterizado por inquietud o perturbación. Surge cuando nos hallamos en una situación de peligro o malestar. Se trata de un mecanismo de alerta que a veces se activa sólo al pensar en la situación que debemos enfrentar.
Pánico. Trastorno que desencadena ataques de angustia profunda y de pérdida de autocontrol. A veces aparece de manera totalmente imprevista y genera una idea de catástrofe inminente.
Fobia. Miedo irracional en relación a un objeto o a una situación particular, el cual resulta intenso y paralizante; impide cualquier reacción en presencia de aquello que lo desencadena.
Ansiedad. Aparece cuando sentimos fuerte malestar (tensión, preocupación o excitación) en ausencia de peligros reales y concretos. Quien la padece tiene dificultad para tomar cualquier tipo de decisión.
La psicóloga chilena Susana Veilati refiere que la manera de enfrentar los miedos es haciendo uso del valor, al cual define como actitud caracterizada por una conducta activa, relativamente tranquila y dueña de si misma, ante una situación de la que el individuo sabe que debe esperar temor, peligro o dolor.
De acuerdo a la especialista, una forma de hacer denotar valor es evitando pensamientos catastróficos, buscando lo positivo, arriesgándonos hasta donde podamos y confiando en nosotros mismos. "Si somos cobardes serán otros quienes actúen por nosotros", agrega.
Cambiar actitudes
¿Cree usted que el temor es tan poderoso como para influir en nuestro comportamiento y actitudes? Hay que romper la barrera del temor y salir de ese estancamiento, ya sea amoroso o en el logro de metas, tomando decisiones y poniendo sentido a la vida.
Lo que recomiendan los psicólogos cuando se trata de superar miedos y temores es primero reconocer nuestros errores, labor nada fácil que requiere muchas veces la ayuda de especialistas, quienes han logrado identificar las cinco faltas más recurrentes en que caen las personas que tienen al miedo como consejero: 1. Generalizar. Es extraer conclusiones de un solo dato, por ejemplo, personas que han tenido un fracaso amoroso consideran que nunca tendrán suerte y siempre sufrirán.
2. Distorsionar la imagen personal. Como ocurre con lo anoréxicos (a pesar de estar muy delgados se ven gordos), quienes tienen deformada su autoimagen y no son capaces de reconocer sus méritos.
3. Exigirse demasiado. Muchas veces pensamos que los momentos de relajamiento no son productivos y olvidamos que no hay mejor tiempo aprovechado que el que nos hace sentir bien.
4. Insatisfacción. Es importante aprender a conformarse y a valorar lo que se tiene, ya que la necesidad permanente de mejora deriva en ansiedad crónica y frustración constante. Hay que aprender a aceptarse tal como se es, sabiendo que la perfección no existe.
5. Querer demostrar valía. La gente con bajo nivel de autoaceptación necesita expresar constantemente, a sí misma y a los demás, que es eficaz y eficiente, lo que le crea ansiedad. Es, por ejemplo, el triunfador que todo lo hace perfecto en el trabajo, pero que es incapaz de tener amigos porque sólo piensa en escalar niveles socialmente.
Una vez que se ha decidido enfrentar lo que se teme, es importante aprender a cambiar la actitud ante la vida y desarrollarnos plenamente como personas independientes; a continuación algunos ejemplos:
•Confíe en sus propias capacidades, en forma positiva y realista, sin creerse el mejor, pero aspirando a serlo.
•No necesita la aprobación constante en los demás; no puede gustar a todos.
•Tenga valor para mostrar sentimientos y creencias, porque forman parte de usted mismo. Sea valiente para llevar a cabo sus propias ideas y proyectos, y defienda sus principios siendo consecuente con ellos.
•Cualquiera tiene derecho a equivocarse y fracasar, y no por ello el valor como persona es menor; no se evalúe por una actuación, y vuelva a intentarlo; además, considere que éxito o fracaso no siempre dependen de uno mismo.
•No se valore por los resultados de sus acciones, conviene evaluar las cosas por lo que hemos hecho, por nuestro esfuerzo. Muchas personas no fueron valoradas en su tiempo, y no por ello dejaron de creer en si mismas.
•Haga cosas que le diviertan, siempre y cuando no importe el resultado; cantar o dibujar en una situación difícil son ejemplos de ello, ya que pueden ayudarle a acabar con la ansiedad.
•Juzgue dejando a un lado sus sentimientos. Ante un momento complicado, pregúntese a si mismo qué le diría su mejor amigo (a), lo cual ayuda a ver las cosas desde un punto alejado, y evitará obtener conclusiones poco realistas.
•Evite las profecías, es decir, no se anticipe a lo que va a suceder con algo que usted haya realizado, pues este tipo de juicios generalmente son erróneos por no contar con todos los elementos para la evaluación.
•El miedo es mal compañero, porque nos lleva precisamente a las cosas que debemos evitar. Algunas personas temen tanto perder a su pareja que lo consiguen al abrumarla demasiado.
•Desarrolle su sentido del humor y no le de importancia a cosas que no la tienen. No todo el mundo está pendiente de nosotros y, la mayoría de las veces, aquello que nos parece importante no lo es para los demás.
•No huya de las responsabilidades y acéptelas como un reto. Nadie está libre de equivocarse, y piense que si se cierra una puerta, se abrirá otra.
•Premie sus logros. Márquese pequeños objetivos y hágase un regalo por haberlos conseguido, lo cual le enseñará a valorar sus triunfos y a alegrase de ellos.
•Ser nuestros peores jueces no es benéfico, pues genera insatisfacción permanente; en vez de ello, procuremos ser objetivos al emitir opiniones sobre nosotros mismos.
Generalmente pensamos que lo que tenemos es lo que el destino ha marcado para nosotros, cuando en realidad el miedo a ser mejores es el que nos estanca, ¿no cree usted?
Escrito por:
Regina Reyna
Fuente:
http://www.saludymedicinas.com.mx/articulos/1288/supere-sus-miedos/1
De manera natural tenemos miedos que nos hacen semejantes a los animales, por ejemplo, a perder la vida, a la agresión física, a la inferioridad ante adversarios o a que nos lastimen, los cuales son temores naturales que nos protegen, pues cuando los sufrimos el cuerpo se prepara para superar momentos difíciles.
Ante una circunstancia de riesgo inminente, instintivamente los sentidos se percatan del mismo y el sistema de alerta nos advierte del peligro. Entonces, el miedo actúa en el cuerpo como alarma que eleva al máximo los niveles de vigilancia y de precaución, de manera que nos permite superar las contingencias que lo provocan.
Igualmente, los seres humanos hemos desarrollado temores que no poseen los animales, los llamados miedos sociales, al fracaso, a la crítica y al "si digo esto cómo lo tomarán los demás", por citar algunos, por lo que afrontarlos y superarlos dependerá de nuestra autoconfianza.
¿Dónde inicia?
Desde pequeños nos enfrentamos día a día a nuevos retos que nos significan también temores. Al irlos superando crecemos en capacidades y madurez, sin embargo, igualmente habrá miedos que detengan esa superación y obstaculicen el camino al éxito.
En muchas ocasiones estos miedos están basados en ideas irracionales o fundamentados en la preocupación de opiniones externas, lo cual adquiere valor si ello nos impulsa a ser mejores y a corregir errores con el afán de no ser uno más en cualquier actividad que desempeñemos. Pero, si el temor se convierte en inseparable acompañante, estaremos hablando de una actitud que estanca, limita y deteriora la capacidad de decidir en un momento crucial.
Lo que es un hecho es que temor e inseguridad van de la mano, siendo que ambos inciden directamente en baja autoestima y viceversa, creando un círculo vicioso que impide el crecimiento.
Ahora bien, vale la pena hacer la distinción de conceptos muy relacionados pero que aducen a situaciones distintas:
Miedo. Estado de ánimo caracterizado por inquietud o perturbación. Surge cuando nos hallamos en una situación de peligro o malestar. Se trata de un mecanismo de alerta que a veces se activa sólo al pensar en la situación que debemos enfrentar.
Pánico. Trastorno que desencadena ataques de angustia profunda y de pérdida de autocontrol. A veces aparece de manera totalmente imprevista y genera una idea de catástrofe inminente.
Fobia. Miedo irracional en relación a un objeto o a una situación particular, el cual resulta intenso y paralizante; impide cualquier reacción en presencia de aquello que lo desencadena.
Ansiedad. Aparece cuando sentimos fuerte malestar (tensión, preocupación o excitación) en ausencia de peligros reales y concretos. Quien la padece tiene dificultad para tomar cualquier tipo de decisión.
La psicóloga chilena Susana Veilati refiere que la manera de enfrentar los miedos es haciendo uso del valor, al cual define como actitud caracterizada por una conducta activa, relativamente tranquila y dueña de si misma, ante una situación de la que el individuo sabe que debe esperar temor, peligro o dolor.
De acuerdo a la especialista, una forma de hacer denotar valor es evitando pensamientos catastróficos, buscando lo positivo, arriesgándonos hasta donde podamos y confiando en nosotros mismos. "Si somos cobardes serán otros quienes actúen por nosotros", agrega.
Cambiar actitudes
¿Cree usted que el temor es tan poderoso como para influir en nuestro comportamiento y actitudes? Hay que romper la barrera del temor y salir de ese estancamiento, ya sea amoroso o en el logro de metas, tomando decisiones y poniendo sentido a la vida.
Lo que recomiendan los psicólogos cuando se trata de superar miedos y temores es primero reconocer nuestros errores, labor nada fácil que requiere muchas veces la ayuda de especialistas, quienes han logrado identificar las cinco faltas más recurrentes en que caen las personas que tienen al miedo como consejero: 1. Generalizar. Es extraer conclusiones de un solo dato, por ejemplo, personas que han tenido un fracaso amoroso consideran que nunca tendrán suerte y siempre sufrirán.
2. Distorsionar la imagen personal. Como ocurre con lo anoréxicos (a pesar de estar muy delgados se ven gordos), quienes tienen deformada su autoimagen y no son capaces de reconocer sus méritos.
3. Exigirse demasiado. Muchas veces pensamos que los momentos de relajamiento no son productivos y olvidamos que no hay mejor tiempo aprovechado que el que nos hace sentir bien.
4. Insatisfacción. Es importante aprender a conformarse y a valorar lo que se tiene, ya que la necesidad permanente de mejora deriva en ansiedad crónica y frustración constante. Hay que aprender a aceptarse tal como se es, sabiendo que la perfección no existe.
5. Querer demostrar valía. La gente con bajo nivel de autoaceptación necesita expresar constantemente, a sí misma y a los demás, que es eficaz y eficiente, lo que le crea ansiedad. Es, por ejemplo, el triunfador que todo lo hace perfecto en el trabajo, pero que es incapaz de tener amigos porque sólo piensa en escalar niveles socialmente.
Una vez que se ha decidido enfrentar lo que se teme, es importante aprender a cambiar la actitud ante la vida y desarrollarnos plenamente como personas independientes; a continuación algunos ejemplos:
•Confíe en sus propias capacidades, en forma positiva y realista, sin creerse el mejor, pero aspirando a serlo.
•No necesita la aprobación constante en los demás; no puede gustar a todos.
•Tenga valor para mostrar sentimientos y creencias, porque forman parte de usted mismo. Sea valiente para llevar a cabo sus propias ideas y proyectos, y defienda sus principios siendo consecuente con ellos.
•Cualquiera tiene derecho a equivocarse y fracasar, y no por ello el valor como persona es menor; no se evalúe por una actuación, y vuelva a intentarlo; además, considere que éxito o fracaso no siempre dependen de uno mismo.
•No se valore por los resultados de sus acciones, conviene evaluar las cosas por lo que hemos hecho, por nuestro esfuerzo. Muchas personas no fueron valoradas en su tiempo, y no por ello dejaron de creer en si mismas.
•Haga cosas que le diviertan, siempre y cuando no importe el resultado; cantar o dibujar en una situación difícil son ejemplos de ello, ya que pueden ayudarle a acabar con la ansiedad.
•Juzgue dejando a un lado sus sentimientos. Ante un momento complicado, pregúntese a si mismo qué le diría su mejor amigo (a), lo cual ayuda a ver las cosas desde un punto alejado, y evitará obtener conclusiones poco realistas.
•Evite las profecías, es decir, no se anticipe a lo que va a suceder con algo que usted haya realizado, pues este tipo de juicios generalmente son erróneos por no contar con todos los elementos para la evaluación.
•El miedo es mal compañero, porque nos lleva precisamente a las cosas que debemos evitar. Algunas personas temen tanto perder a su pareja que lo consiguen al abrumarla demasiado.
•Desarrolle su sentido del humor y no le de importancia a cosas que no la tienen. No todo el mundo está pendiente de nosotros y, la mayoría de las veces, aquello que nos parece importante no lo es para los demás.
•No huya de las responsabilidades y acéptelas como un reto. Nadie está libre de equivocarse, y piense que si se cierra una puerta, se abrirá otra.
•Premie sus logros. Márquese pequeños objetivos y hágase un regalo por haberlos conseguido, lo cual le enseñará a valorar sus triunfos y a alegrase de ellos.
•Ser nuestros peores jueces no es benéfico, pues genera insatisfacción permanente; en vez de ello, procuremos ser objetivos al emitir opiniones sobre nosotros mismos.
Generalmente pensamos que lo que tenemos es lo que el destino ha marcado para nosotros, cuando en realidad el miedo a ser mejores es el que nos estanca, ¿no cree usted?
Escrito por:
Regina Reyna
Fuente:
http://www.saludymedicinas.com.mx/articulos/1288/supere-sus-miedos/1
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