Sufrir olvidos y desorientación ocasionales no es exclusivo de los adultos mayores ni es señal de que se sufre alguna enfermedad mental. Sencillamente, es un hecho que le sucede a cualquiera y que puede prevenirse. Los estereotipos sociales han generado la idea de que las personas de la tercera edad son incapaces de valerse por sí mismas, siempre están enfermas y son víctimas perfectas de las enfermedades mentales. Empero, ver a los ancianos de esta manera es injusto y discriminatorio, ya que muchos problemas de salud no dependen directamente de la edad, sino del estilo de vida. Por ello, en ocasiones es posible ver a una persona de 65 años que se mantiene con mejor salud física y lucidez mental que otra de 50 que, por descuido, padece diabetes (aumento en la concentración de azúcar en sangre), hipertensión (presión arterial elevada) o ha visitado el quirófano por alguna dolencia cardiaca. Sirva esta reflexión para hablar sobre la pérdida de orientación, algo muy común a cualquier edad, no sólo durante la vejez, y que puede ser desencadenada por múltiples factores. Así pues, la confusión que se puede tener por no saber qué día es hoy, olvidar la calle donde se compró cierta mercancía o el nombre de la persona con la que se platicó la semana pasada no es exclusiva del “club de las personas longevas”, ni debe considerarse síntoma previo a un problema cerebral que desembocará forzosamente en cierta demencia, sobre todo si ocurre en forma esporádica. Tras las huellas del problema Para saber qué es lo que causa este tipo de desconcierto se deben analizar múltiples factores, entre los que se encuentran los antecedentes médicos de la persona, el tipo y número de medicamentos que ingiere y su capacidad auditiva y visual. Tiene que ser así porque el problema puede ser originado por una enfermedad crónica (diabetes o hipertensión, por ejemplo), cambio de medicación e, incluso, cuadro de estreñimiento, dolor o infección aguda. En otros casos la alteración puede deberse, simplemente, al extravío de una prótesis auditiva o anteojos. Asi lo refiere en exclusiva para saludymedicinas.com.mx la geriatra y gerontóloga María Laura Albarrán López, adscrita al Hospital General de Zona 27 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), localizado en la capital del país, quien dice que mucha gente llega a considerar que estos síntomas son propios de alguna alteración mental, cuando en realidad son producto de la susceptibilidad que generalmente tienen los llamados adultos en plenitud. Claro está que si dicha conducta se repite constantemente, es momento de valorar la salud cerebral del paciente. Por ello se recomienda estar al tanto de la rutina que sigue el adulto mayor y observar si hay cambios importantes en ella. La también catedrática de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) agrega: “Si sabemos que una persona acostumbra levantarse, encender la radio, colocarse su prótesis dental, asearse y dirigirse a desayunar, y un día permanece en la cama con tendencia a dormir, piensa que es una hora muy diferente a la correcta o no reconoce a quien le habla, hay que llevarlo a revisión médica de inmediato porque, inclusive, puede tratarse de un episodio agudo cerebral (obstrucción o ruptura de una vía sanguínea)”.
Redes de apoyo y algo más Si el adulto mayor vive en casa de sus familiares, es de esperar que alguno de ellos se responsabilice de sus necesidades. Sin embargo, lo ideal sería que todos los que conviven con él permanezcan vigilantes de los cambios que se produzcan en su forma de actuar, aunque parezcan intrascendentes. Lo malo, dice la entrevistada, “es cuando el viejo vive solo o convive con una pareja de edad similar y no cuenta con una red de apoyo, pues entonces no es tan fácil darse cuenta de los cambios que ocurren en su rutina y, consecuentemente, estaremos imposibilitados para prestarle ayuda”. Todo el mundo y a cualquier edad, recuerda la Dra. Albarrán López, es susceptible de padecer desorientación transitoria, lo cual puede deberse incluso a factores estresantes. Por lo mismo, no está de más enfatizar que el envejecimiento no es sinónimo de obligatoriedad de ciertos padecimientos, pues se han visto múltiples casos de personas jóvenes que sufren desprendimiento de retina (tejido en el que se reflejan las imágenes en el interior del ojo), falla renal (incapacidad del riñón para filtrar sangre) u otras enfermedades que se atribuyen a la vejez. Para concluir, la geriatra destaca una cita obtenida de uno de sus tratados favoritos de su especialidad: “Úsalo o piérdelo”. Con ello se hace alusión a la necesidad de utilizar todos los órganos del cuerpo humano para que se mantengan en buen estado de salud. En el caso que nos ocupa, “debe aplicarse al cerebro, ejercitándolo cotidianamente con actividades que sirvan como estimulación para nuestros sentidos”. Ejercicio neuronal Existen múltiples recursos para que la persona que se sienta afectada la tercera edad mantenga su mente activa y conserve la lucidez. Algunas de las más usuales son: •Acudir a cursos o talleres para adquirir alguna destreza manual o aprender un oficio (alfarería, cuidado de plantas, idiomas, música, fotografía). •Inscribirse en actividades deportivas y practicar ejercicio en forma rutinaria. •Asistir a museos, obras de teatro o cine. •Convivir con amigos y familiares. •Resolver crucigramas, juegos de letras y problemas de lógica y matemáticas. •Aprender actividades que exijan atención, concentración y estrategia, como dominó, ajedrez o naipes. •Leer todos los días, ya sea el periódico o un libro, y comentar el tema con amigos o familiares. •Coleccionar objetos como sellos, monedas o postales, y clasifica Escrito por: Juan Fernando González G.
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